Calcuta le pilla a uno siempre desprevenido. Uno se ha preparado para la mugre, la suciedad y las estadisticas sobre pobreza que paralizan las mentes mas racionales. Un folleto turístico de hace una década decía que "Calcuta ataca los sentidos como pocas ciudades", la fuerte, mugrienta y sudorosa ciudad es trabajadora, calculadora, ciega ante el sufrimiento y, sin embargo, indispensable para el entramado de la India.
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